Benedetta Passione
only the best on line. Wellcome to my space
Esa noche el cielo se ilumino con la luz de una luna llena, la estrellas parecían brillar como si en el fondo todas las constelaciones se pusieran de acuerdo para mandar claros mensajes de advertencia, algo pasaría alguien llegaría a cambiar la vida muchos de los seres que habitamos en este mundo, no era nadie de otro planeta, ni siquiera un ser supraterrenal que vagara por los pasillos de esa fe perdida, era alguien, algo, un ente un ser, un sentimiento, era todo y nada a la vez.
No puedo explicar como se sintió mi corazón al sentir esas manos cubriendo mis ojos, era una sensación de despojo, de todo lo bueno que guardaba, para dejarme todo lo malo, era un suspiro robado de mi boca como un tornado de emociones que invadían mi ser y no me permitía moverme, me senté a la orilla de la cama y vi al mi alrededor, no había nadie mas que yo y mi ropa sucia tirada en el `piso, nada, ni siquiera el aire que se colaba por la ventana abierta de par en par estaba presente, ni el ruido de unos paso arriba de ese departamento estaban, solo estaba yo, yo con lo poco que quedaba de mi, con mis dolores de cabeza, con aquel cigarro a medio fumar y el humo en aquella oscuridad remota, que se desdibujaba entre la atmósfera, el reloj de la pared se había parado, no había nada, nada…
Fue en se momento que entendí que efectivamente nadie, absolutamente nadie estaba a mi lado, el silencio se había llevado mis riza, el dolor, mis ilusiones, el rencor la alegría y sobre todas las cosas la Soledad, me había consumido, y era ella quien había puesto su mano en mis ojos, era ella quién me había robado el alma y ahora me dejaba ahí sentada a la orilla una cama destendida, sin mas compañía que lo material, aquello que alguna vez me lleno, esa noche no era mas que el reflejo de mi soledad, de la tristeza que me invadía.
Ahora depuse de esa noche mi única compañía es esa soledad resguardada en miles de sonrisas durante el día, en la hipocresía de sentirme feliz y plena, nadie mas sabrá ese secreto, nadie mas se dará cuenta porque desde esa noche mi fiel compañera es la Soledad, esa que me acompaña noche tras noche, lagrima tras lagrima.
No pude dejar de escucharte aquella noche en la que apareciste en mi vida, fue insoportable el dolor que sentí cuando escuche tu voz sorda y tus manos frías tapando mis ojos… me sentí profundamente bacía, algo en mi se había ido, algo en mi se había perdido, y no sabia ni como ni donde, ni porque.
Esa noche el cielo se ilumino con la luz de una luna llena, la estrellas parecían brillar como si en el fondo todas las constelaciones se pusieran de acuerdo para mandar claros mensajes de advertencia, algo pasaría alguien llegaría a cambiar la vida muchos de los seres que habitamos en este mundo, no era nadie de otro planeta, ni siquiera un ser supraterrenal que vagara por los pasillos de esa fe perdida, era alguien, algo, un ente un ser, un sentimiento, era todo y nada a la vez.
No puedo explicar como se sintió mi corazón al sentir esas manos cubriendo mis ojos, era una sensación de despojo, de todo lo bueno que guardaba, para dejarme todo lo malo, era un suspiro robado de mi boca como un tornado de emociones que invadían mi ser y no me permitía moverme, me senté a la orilla de la cama y vi al mi alrededor, no había nadie mas que yo y mi ropa sucia tirada en el `piso, nada, ni siquiera el aire que se colaba por la ventana abierta de par en par estaba presente, ni el ruido de unos paso arriba de ese departamento estaban, solo estaba yo, yo con lo poco que quedaba de mi, con mis dolores de cabeza, con aquel cigarro a medio fumar y el humo en aquella oscuridad remota, que se desdibujaba entre la atmósfera, el reloj de la pared se había parado, no había nada, nada…
Fue en se momento que entendí que efectivamente nadie, absolutamente nadie estaba a mi lado, el silencio se había llevado mis riza, el dolor, mis ilusiones, el rencor la alegría y sobre todas las cosas la Soledad, me había consumido, y era ella quien había puesto su mano en mis ojos, era ella quién me había robado el alma y ahora me dejaba ahí sentada a la orilla una cama destendida, sin mas compañía que lo material, aquello que alguna vez me lleno, esa noche no era mas que el reflejo de mi soledad, de la tristeza que me invadía.
Ahora depuse de esa noche mi única compañía es esa soledad resguardada en miles de sonrisas durante el día, en la hipocresía de sentirme feliz y plena, nadie mas sabrá ese secreto, nadie mas se dará cuenta porque desde esa noche mi fiel compañera es la Soledad, esa que me acompaña noche tras noche, lagrima tras lagrima.
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