Escoger nuestras batallas
No soy más que el reflejo de lo que odias de ti, de tus frustraciones prematuras, de lo que callas, por que piensas que es la manera de solucionar los problemas. Soy el reflejo de tus acciones, soy como un simple espejo que mientras no decidas limpiar, continuara empañado… Soy simplemente tú, en el cuerpo de tu sufrimiento. Porque nadie, es culpable de lo que tus ojos quieren ver y tus sentidos concebir.
¿Cuántas veces no nos hemos puesto a pensar en lo que necesitamos? Y cuantas otras veces no hemos sobre puesto lo que queremos o deseamos sobre lo que necesitamos, es decir recurrimos a solucionar lo urgente sobre lo importante, cuando sino solucionamos lo importante seguramente esto se convertirá en urgente, de tal manera que tenderemos una cadena de patologías en la cual un problema simple podría ser solucionado con sólo prestarle un poco más de atención.
De la misma forma en la que trastocamos los problemas también solucionamos nuestros deseos y miedos, nos dejamos llevar por aquello que nos urge o nos da una felicidad esporádica y dejamos a un lado nuestros verdaderos deseo, es en este momento en el que nuestro subconsciente se vuelve nuestro mayor enemigo, somos terroristas de nuestro propio destino, tememos a nosotros mismos y a lo que podemos ser capaces, tememos a nuestro éxito a ser plenamente felices y buscamos caminos distantes a nuestra felicidad, nos autosaboteamos y lo único que logramos obtener es una felicidad basada en lo que necesito, no lo que quiero y deseo, un enfrentamiento entre el consciente y el inconsciente que se convierte en la batalla de nuestra vida.
Si bien es cierto que durante el paso del tiempo del ser humano y su crecimiento social, intelectual e individual, los temores que en un principio nos aquejaban aumentan o disminuyen, eso depende de cuánto seamos capaces de aceptar y enfrentarnos a nuestros temores.
Con el paso del tiempo la batallas de nuestra vida se tornan a un más difíciles que en un principio, tal vez sea que nuestras primeras batallas no arriesgamos tanto como arriesgaríamos en una edad madura o al menos eso queremos pensar, claro que no es lo mismo escoger la batalla de decirle a tus padres que reprobaste una materia antes de la junta escolar de calificaciones, que decidir tener un hijo, los asuntos son diferentes, pero no es que con el paso de los años la vida se vuelve más complicada y nosotros menos hábiles para resolverla, lo que sucede con es que en la vida cada uno tenemos lo que necesitamos, lo que somos capaces de soportar y de resolver.
Sin embargo muchos a pesar del tiempo nos negamos a aceptar de lo que somos capaces, de lo que merecemos, es en ese momento cuando nos enfrentamos a la mayor batalla de nuestra vida, la batalla contra nosotros mismo, más allá de nuestros miedos hacia el exterior, se trata de miedo al éxito al cual tememos por diversas razones y primordialmente a ese miedo de no merecer el éxito.
Escoger nuestras batallas y pelearlas no es una tarea fácil requiere de un autonocimiento de todos y cada uno de nuestros miedos en los cuales se encuentra ese miedo al éxito, el ser humano por naturaleza es contradictorio e incongruente, algunos con el paso del tiempo nunca llegan hace lo que quieren o deseas, es en este punto en donde encontramos la parte reprimida del yo y lo ideal del súper yo.
Así pues el miedo al éxito no dependerá de un factor interno, sino de un hecho interno de aceptarnos y conocer de que somos capaces, el miedo siempre será un factor interno inherente en la vida diaria, el miedo se convertirá en culpa, pero si enfrentarnos a ese miedo es una batalla, tal vez este sea el primer paso para superar el más grande de nuestros temores “nosotros mismos” al fin y al cabo cada uno escoge sus batallas.
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Un beso
Nos leemos pronto