Lipofobia aumenta en México, revela UNAM
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07/02/2007 12:35
07/02/2007 12:35
Lipofobia aumenta en México, revela UNAM
Para miles de mexicanos de entre seis y 19 años de edad, una niña obesa es sinónimo de “fea, prieta y tonta”.
Así opina el 63% de casi 10,000 estudiantes de diversas escuelas públicas y privadas, de acuerdo con un estudio reciente de la UNAM que refleja la percepción de que estar gorda, equivale a bajo nivel intelectual, y no ser una “güerita” atractiva.
A la pregunta “¿Cómo defines a una niña gorda?”, la mayoría expresó una actitud negativa hacia la gordura femenina, mientras que sólo el 37 por ciento la asoció con términos como “simpática y agradable”, o de manera neutra “pesada y grande”, según el estudio.
No en balde, desde la infancia, un creciente porcentaje de mexicanas sufre de lipofobia, el pánico a engordar cuando su peso es más bajo de lo normal, lo que deriva en trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia, explica la experta Gilda Gómez Pérez-Mitre.
En la sociedad globalizada, los medios de comunicación han sido responsables de difundir los “ideales inalcanzables” al promover un discurso nutricional que se ha convertido en dominante y que fomenta un estereotipo de mujer delgada.
Pero los medios masivos no son el único factor que asocia el éxito con la delgadez y alimenta una actitud lipofóbica. La familia y la escuela son importantes agentes de presión social donde las niñas aprenden “que tienen que gustarle a los demás y no a ellas mismas”.
La madre que se queja con su hija: “ qué gorda estoy, qué horrible, estoy a dieta” o cuando le dice: ”!Cómo estás de gorda!”, provoca conductas en la infante que más tarde pueden llevarla a padecer trastornos alimentarios, en opinión de la experta.
En México, la segunda nación más obesa del mundo, después de Estados Unidos, el combate contra la cultura de la delgadez es una “lucha contra Sansón” pues implica evitar la promoción y el consumo de todos los productos que se anuncian en los medios.
Analistas coinciden que la forma más eficaz de combatir el pánico obsesivo a la gordura es desarrollar campañas que involucren a un gran número de mujeres para cambiar sus condiciones de vida y crear imágenes alternativas, creadas por ellas mismas.
Investigadores como Gómez Pérez-Mitre y un equipo de la UNAM han iniciado la elaboración de métodos para orientar a alumnos de preescolar, primaria y secundaria, así como educar a la familia y los maestros en la prevención del fenómeno.
“La Semana de la salud alimentaria”, proyecto que está en revisión y programado para marzo junto con la Clínica de Trastornos Alimentarios Médica Sur, el fin es detectar trastornos alimentarios por medio de programas computarizados sobre “el buen comer”.
La idea es eventualmente proponer que la Secretaría de Educación Publica adopte éste y otros métodos, aún en proceso de elaboración, dentro de sus programas de educación básica, informa la estudiosa del tema desde hace 10 años.
Otra idea de la investigadora es crear en los estudiantes una “actitud crítica” hacia los medios de comunicación cuyas imágenes tienen un enorme poder que se refuerza en la vida cotidiana.Y es que la sociedad debe aprender a interpretar la publicidad y recordar que su propósito es exclusivamente mercantil, concluye Gómez Pérez-Mitre.
Así opina el 63% de casi 10,000 estudiantes de diversas escuelas públicas y privadas, de acuerdo con un estudio reciente de la UNAM que refleja la percepción de que estar gorda, equivale a bajo nivel intelectual, y no ser una “güerita” atractiva.
A la pregunta “¿Cómo defines a una niña gorda?”, la mayoría expresó una actitud negativa hacia la gordura femenina, mientras que sólo el 37 por ciento la asoció con términos como “simpática y agradable”, o de manera neutra “pesada y grande”, según el estudio.
No en balde, desde la infancia, un creciente porcentaje de mexicanas sufre de lipofobia, el pánico a engordar cuando su peso es más bajo de lo normal, lo que deriva en trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia, explica la experta Gilda Gómez Pérez-Mitre.
En la sociedad globalizada, los medios de comunicación han sido responsables de difundir los “ideales inalcanzables” al promover un discurso nutricional que se ha convertido en dominante y que fomenta un estereotipo de mujer delgada.
Pero los medios masivos no son el único factor que asocia el éxito con la delgadez y alimenta una actitud lipofóbica. La familia y la escuela son importantes agentes de presión social donde las niñas aprenden “que tienen que gustarle a los demás y no a ellas mismas”.
La madre que se queja con su hija: “ qué gorda estoy, qué horrible, estoy a dieta” o cuando le dice: ”!Cómo estás de gorda!”, provoca conductas en la infante que más tarde pueden llevarla a padecer trastornos alimentarios, en opinión de la experta.
En México, la segunda nación más obesa del mundo, después de Estados Unidos, el combate contra la cultura de la delgadez es una “lucha contra Sansón” pues implica evitar la promoción y el consumo de todos los productos que se anuncian en los medios.
Analistas coinciden que la forma más eficaz de combatir el pánico obsesivo a la gordura es desarrollar campañas que involucren a un gran número de mujeres para cambiar sus condiciones de vida y crear imágenes alternativas, creadas por ellas mismas.
Investigadores como Gómez Pérez-Mitre y un equipo de la UNAM han iniciado la elaboración de métodos para orientar a alumnos de preescolar, primaria y secundaria, así como educar a la familia y los maestros en la prevención del fenómeno.
“La Semana de la salud alimentaria”, proyecto que está en revisión y programado para marzo junto con la Clínica de Trastornos Alimentarios Médica Sur, el fin es detectar trastornos alimentarios por medio de programas computarizados sobre “el buen comer”.
La idea es eventualmente proponer que la Secretaría de Educación Publica adopte éste y otros métodos, aún en proceso de elaboración, dentro de sus programas de educación básica, informa la estudiosa del tema desde hace 10 años.
Otra idea de la investigadora es crear en los estudiantes una “actitud crítica” hacia los medios de comunicación cuyas imágenes tienen un enorme poder que se refuerza en la vida cotidiana.Y es que la sociedad debe aprender a interpretar la publicidad y recordar que su propósito es exclusivamente mercantil, concluye Gómez Pérez-Mitre.
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