Cronica d un fin de semana sin plan

Seguramente todos alguna vez en su vida, han planeado escaparse ha antrear o por lo menos a divertirse por la noche, siendo que la noche es mágica y a esas horas todo puede suceder.
Déjenme les cuento que a mí no es la primera vez que me sucede esto, pero por obvias razones esta a sido la peor de todas, ¡me han dejado PLANTADA!
Eso no es lo peor y es que lo peor de todo es que tú organizas tu día para tener tiempo para los amigos y no te salgan con la misma cantaleta de cada fin de semana “es que nunca tienes tiempo”
Pero bueno por cuestiones de la vida en el momento en que ya pasaste todo el día pensando que demonios le vas inventar a tus padres para poder escaparte de ellos, hiciste tus deberes, déjate tu cuarto y ropa limpios, y por fin lograste idear el plan perfecto para salirte con la tuya, ¡el destino parece ponerse en contra de ti y tus planes!
Hoy me levante solo porque el teléfono sonó, por consiguiente deje mis sueños por un lado y tome el auricular del teléfono.
No hay nada mejor que empezar tu fin de semana con el "dulce trino de mi madre por el teléfono".
Que hermosos que te despierten y te digan - ¿que haces?-, cuando es más que obvio que si contestas somnoliento, con la voz ronca, te cuesta trabajo coordinar tus propias palabras, y sobre todo son las 7 de la madrugada del sábado, ¿que demonios puedes estar haciendo? Obvio !durmiendo¡
Y aún peor no solo esos, tienen la osadía de preguntarte -¿y donde estas?- ¿pues a donde marcaron? Por supuesto que esta en tu casa, luego de que viernes lo esperas con ansias porque el trabajo fue pesado y ni se diga la escuela acaba de empezar el semestre y ya tienes suficientes libros y copias para armar una sala de papel.

Tus ultimas esperanzas están en ese fin de semana que se acerca ¡Pero claro eso nadie lo entiende! mucho menos lo padres. Pero bueno continúo con la historia.
Después de que mi madre interrumpió mis sagrados sueños y como soy de esas personas que una vez despiertas ya no pegan el ojo de nuevo, me levante con la plena disposición de hacer mi mayor esfuerzo por arreglar mi cuarto y el tiradero de ropa que tenia, ¡claro! siempre visualizando la gran diversión que me esperaba en la noche con los amigos (si como no).
Me instalé hacer mis deberes, tome escoba, trapeador y guantes ¡ya lista! Empecé por recoger el tiradero de mi cuarto, tenia una montaña de ropa sucia enfrente de mi cama, pantalones limpios y sucios que había usado en la semana, blusas que no me había puesto que por flojera y prisa había aventado al piso.
Prendí la lavadora y mientras se lavaba la ropa yo escombraba el departamento, primero mi cuarto, barrí a profundidad, a tal grado que hasta me encontrar una cuantas monedas y calcetines que creía haber perdido.
Continué con el estudio qué estaba repleto de copias y libros tirados en el restirador, escritorio y sillón, como diría mi mama” un cochinero”, con la música electrónica de fondo de Paul Van Dick a todo volumen, un cigarro Malboro Azul pues no fumo de otros, el instinto hogareño se apodero de mi.
El estudio parecía tomar forma de un lugar del saber, libros acomodados en aquel librero marrón rustico a la entrada de la puerta, copias puestas en una caja de jabón Roma, escritorio completamente ordenado y limpio después de una pulida con liquido para madera Pledge.
El centro del saber empezaba a tomara forma, mi amiga la computadora ya estaba reluciente, mientras la música cambiaba de genero hasta llegar a Can`t live de Mariah Carey, la lavadora anunciaba el termino de su primer ciclo de lavado con un “pip, pip”.Aquello empezaba tomar forma de hogar y no solo departamento de soltera.
La sala blanca que hace unos meses compre y que según opiniones de mi amiga Karla tiene un decorado surrealista, ya que cuando la compre cometí el gran error de contratar a unos dizque cargadores, que resultaron siendo decoradores de interiores pues dejaron su hermosas manos sucias marcadas en mi sala nueva, pero ya estaba limpia, todo decorado había desaparecido después de usar liquido para tapicería.
La mesa de centro hecha de vidrio, decorada por una vela azul que me regalo mi ex -amiga Ivon, un cenicero del mismos color y algunos portarretratos donde estaban las fotos de mi familia y la hija de ocho años de mi amiga Jazmín, estaba mas que reluciente.
El comedor ya no parecía closet, me había encargado de quitar todo objeto que no perteneciera al comedor, había dejado solo un salero en el centro y una jarra de agua color verde, que resaltaba del blanco comedor.
Sin darme cuenta ya eran las 10:00am habían pasado tres horas desde que bahía empezado, tenia hambre, convencida de que me merecía un buen desayuno, me cambie de ropa y me puso unos pans color rojos y una gorra amarilla y salí de mi casa.
Camine hasta la parada de los microbuses donde no pasaron ni cinco minutos y yo ya estaba en camino ala Potzolcalli más cercano de mi casa, la mañana estaba soleada era un día perfecto, el sol alumbraba cálidamente, el trancito de los autos era aceptable.
Baje del microbús después de haberme pasado unas cuantas cuadras porque no me di cuenta por venir leyendo el nuevo libro de J.K. Rowling Harry Potter y el misterio del príncipe mestizo, pero no me importo, estaba tan de buenas que caminar unas cuantas cuadras no me iba a poner de malas.




A lo lejos de mi caminata se veía una pequeña construcción pintada con un color amarillo elote, un pequeño jardín con piso de block hueco y encima unas estatuas de un rabanito sonriente y un elote, sin duda estaba cerca del Potzolcalli.
Cuando al fin llegue, espere a que me asignaran una mesa, el lugar decorado con colores amarillos y rojos en sus paredes, carteles sobre el día de la familia que seria celebrado por segundo año, estaba repleto de familias, niños gritando y papas histéricos.
Un joven vestido con mandil de piel color negro que en el centro llevaba sus nombre “ Alfredo” me asigno una mesa junto a un lado de la entrada de la zona de juegos para niños, por supuesto que durante mi estancia vi pasar niños llorando, gritando y uno que otro lastimado.
Desayune un rico platillo que hacen llamar “Cuernavaca” que consta de cecina enchilada, tres trocitos de aguacate, unas pequeñas gorditas rellenas de frijoles machacados que encima llevan crema y queso panela, acompañadas de salsa roja y verde que sirven en unas pequeñas cazuelitas de barro que parecen juguetes para niñas, unas tortillas hechas a mano, jugo y café.
Desayune placidamente, hasta que me acorde que había dejado la lavadora prendida y de seguro para ese momento mi casa estaba mas que inundada.
Salí del restaurante como alma que lleva el diablo y tome el primer taxi que pasó frente a mí, la desgracia se veía llegar cuando llegue a mi casa, abrir la puerta y pise el tapete de la entrada sentí como mis zapatos se hundían en un colchón de agua, nada podía ser tan bueno, mi departamento efectivamente estaba inundado, el agua salía de la puerta de la cocina y la espuma del jabón se desbordaba de la lavadora.
Entre espuma, suavizante de ropa y mucha agua, tome el escurridor y nuevamente limpie la sala, ahora si parecía hospital, el piso relucía un blanco y brillante, cuando por fin termine de secar el piso y limpiar la cocina, colgué mi ropa en la azotea de mi departamento.
Me mentí a darme un baño con agua calientita para liberar mis tensiones(o al menos así lo deseaba), cuando abrí la llave del agua caliente y la temple con agua fría las cosas volvían a ser mejor, el agua caía sobre mi cuerpo como la noche sobre la tierra.
Cuando menos lo pensé, sentí como un chorro de agua muy fría casi congelada caía sobré mi cabeza, para mi desgracia y mala suerte !no había gas¡ salí mojada como pollo y con un frió que calaba los huesos, ( la desgracia seguía)al poco rato sonó el teléfono, conteste esperando que no fuera mi mama, sino mi amiga para avisarme que ya en unas horas vendría por mi para irnos al antro.
Pero quien iba decir que una simple tarea de una crónica que hacia más de dos semanas que me había dejado la profesora de géneros periodísticos, convertiría mi fin de semana en una desgracia, pues apenas dos días en el salón de clase de la misma materia, se había discutido a que lugar se iba ir y entre gritos, reclamos, peros y uno que otro argumento para que la profesora no escogiese el lugar donde arriamos la tarea, todos parecía marchar de maravilla.
La voz de una mujer joven se escucho en el auricular, un poco suave y escondiendo algo me dijo- ¿Karla? Era mi amiga Ydali, feliz por la llamada y por que no fuera mi mama para constatar si seguía en la casa como le había prometido en la mañana, seguí la platica- ¿que paso Ydali, ya lista? En un rato me arreglo y ya- un silencio se hizo presente depuse de mis palabras, en efecto mi amiga me anunciaba que no la habían dejado (porque la gente tiene esa costumbre de avisar a la mera hora).
Claro que me puse de malas, no había pasado todo el día como chacha y sin salir de mi casa solo para que en cuestión de minutos con un tono algo deprimente y la vez de decepción mi amiga me digiera -- ¿que cree?-- por un momento en mi cabeza paso la idea de " no la dejaron" pero me negué rotundamente a esa idea y decidí escuchar lo que seguía - no vamos a ir- claro pregunte por que, la respuesta fue, - no encuentro a paco- ustedes se preguntaran ¿quién demonios es paco? pues es un amigo que prometió fielmente llevarnos de antro un día antes.

Cuando por mi cabeza pasaron esas palabras pese " ya valió" pues si efectivamente mis planes se habían ido por el caño.
Tal fue mi depresión que pedí una pizza familiar para curar las penas mas rápido, en una de esas franquicias que te dicen “a la hora prometida y bien caliente, sino es gratis”, pero en el momento en que pensé que ya nada podía ser peor después de treinta cinco minutos de espera y de dar vueltas por mi casa como loca ¡mi pizza no había llegado!.

Tome el teléfono, marque los respectivos dígitos y espere a que me contestaran, en el momento en que me contesto una voz de mujer que me daba las buenas noches, el timbre de mi casa sonó, desde el estudio grite – ¿QUIEN? Y colgué el teléfono, camine cinco metros hasta la puerta de la entrada, tome las llaves que estaban en el comedor y abrí la puerta.
Un hombre vestido con pantalón rojo, camisa blanca y un casco de motociclista me dijo -señorita su pizza—era tal mi enojo por el retraso que ni di las gracias, le pedí que me esperara un momento mientras yo me peleaba con la telefonista, esta sin tener nada que decir solo pidió disculpas, la pizza estaba fría, en lugar de que mexicana era de champiñones y por fuera poco alitas cuando yo quería quepapas.
Y hoy domingo aquí estoy sentada frente a mi computadora, con la casa limpia, una pizza de champiñones y sin haber ido al antro y lo único que se me viene a la mente es ¿que voy a hacer con mi tarea?...

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